Por fin, la entrada nº 20, la que todos estábamos esperando...
Como es la última, voy a dar todo lo máximo de mí. Voy a despedirme en condiciones. En la entrada número 17 os hablaba sobre tipos de pedagogías desde una perspectiva filosófica. Pero, esto era sólo el comienzo de mi verdadera filosofía, de algo más personal y profundo: mi aportación como futura docente. Voy a presentaros lo que es para mí la pedagogía, cómo me veo yo dando clase dentro de unos años... Es una de las preguntas de examen de Procesos y Contextos Educativos, pero la voy a contestar como si se tratara de un ejercicio de reflexión menos serio.
Al haber pasado por primaria, secundaria, bachillerato y la universidad, empiezas a darte cuenta de lo que harías y lo que no harías como docente. Son experiencias ligadas a emociones que dejan una huella en nosotros mismos. Por eso quiero resaltar la importancia de la educación emocional. A la psicología en la educación para que nos entendamos. No hay éxito académico sin un estado mental óptimo. ¿Cuántas veces hemos visto a alumnos con depresión o con ataques de ansiedad? Muchas. y ¿cómo han sido sus resultados? Nulos. El estado de ánimo nos domina. Yo, como futura docente, emplearía parte de mi formación continua a cursos de psicología para conseguir algo a lo que llevo dándole muchas vueltas: que mis alumnos vayan a clase contentos y sientan que pueden cumplir sus expectativas. Todavía sigo creyendo que la felicidad y el aprendizaje pueden ir unidos, como vimos con el sistema educativo finlandés.
Si algo te hace feliz, es menos probable que lo hagas mal, porque te sientes motivado, no frustrado. Así que sería una docente que rompiera con los esquemas de los que llegan al aula creyéndose dioses del Olimpo y cargándose la autoestima de los que tienen delante. Creo que es un argumento lo suficientemente lógico si lo que quieres es el éxito de todos y cada uno de tus alumnos. ¿Cortarles las alas? Ni hablar. Que se sientan realizados. También son humanos, con muchísima menos experiencia que tú y un futuro incierto por delante. Y hay dos opciones: llevarles de la mano o soltarles. La mejor es la primera. Muchos alumnos van con miedo desde el primer día, porque están acostumbrados a un tipo de enseñanza en la que el valor de sus opiniones es netamente inferior al del profesor. Y esto ocurre porque nos han transmitido que todo se aprende porque sí, por lo que me dice alguien superior, ya sea el docente o un libro de texto. Así lo único que generamos es conformismo y apatía cuando el aprendizaje es reacción, curiosidad. Con esto quiero decir que no es asimilar algo (que muchas veces ni se entiende), sino interrogarse sobre lo que hay delante.
El primer paso para despertar la curiosidad de un alumno es esa, darle la confianza suficiente para que se atreva a plantear cualquier tipo de cuestión. Esto no significa comportarte como un amigo, sino, como docente modelo, hacerle ver que sus pensamientos son útiles. El que sepa que 2 + 2 son 4 es secundario. Una vez que el alumno ya tiene confianza en sí mismo, hay que cambiar la forma de explicar. No repetir lo que pone en el libro con el mismo tono de voz los 50 minutos que dura la clase (si hablamos de la enseñanza secundaria). Hay que conseguir lo que consigue una madre cuando le cuenta un cuento a su hijo antes de dormir.
Todavía no me conformo con eso. Cuando ya he despertado el interés y la felicidad, lo que trato es que todos comprendan lo que les explico. Que nadie se quede atrás. Que las clases sean el 80% del estudio para que, cuando lleguen a casa, apenas tengan que abrir el cuaderno. Me gustaban los profesores así, con los que ibas seguro al examen, algo que también me parece imprescindible modificar. ¿Qué es eso de poner exámenes de lo que no se hace en clase? Entonces ¿para qué está el docente si no enseña a lo que me tengo que enfrentar?
A mí, lo que me gustaría ser, por encima de todo, es "respaldo", y sobre este principio, me he inventado el verso con el que quiero transformar el mundo de la educación:
Sé la luz al final del túnel
👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼
ResponderEliminar💓
EliminarEstoy segura de que despertarás el interés y la motivación en todos tus alumnos. Mucho ánimo, y ¡a por todas! ☺️
ResponderEliminarGracias Lorena, igualmente!! ❤
EliminarComparto totalmente tu visión.
ResponderEliminarCreo que un buen profesor o maestro no solo consigue despertar curiosidad por la asignatura o el aprendizaje de una materia, también consigue que estés cómodo con la duda y la pregunta y te puedas expresar en ese sentido con total libertad.
Estoy segura de que tus futuros alumnos aprenderán mucho de ti❤
Sí, además nadie nace con las cosas aprendidas. Muchas gracias, Meri 😊😘
EliminarEnhorabuena por el trabajo realizado. Me he reconocido un poco en ti, en la ilusión, en la frescura de los veintipocos años. "Muchos años después" (como dijo Gabo) vuelo menos alto, aunque intento despegar todos los días. Procuraré ser la luz al final del túnel hasta el último día.
ResponderEliminarGracias. Supongo que cuando llevas muchos años dando clase, es un poco más difícil... Me alegro de que te haya gustado mi verso 😉
EliminarTe deseo de todo corazón que consigas no alejarte de tus propósitos. En ese sentido haberlos resumido en un verso, puede resultar de gran ayuda. Conviértelo en tu guía y no lo boicotees ni en los peores momentos.
ResponderEliminarPues sí. Es lo más duro, pero donde de verdad se demuestran las cosas... Gracias por leerme 💗
EliminarSerás una gran profesora. Y, que no se te olvide "ser la luz al final del túnel" hasta el día en que te jubiles 😉😉
ResponderEliminarLo intentaré con todo mi empeño 😉
EliminarSin duda, es la entrada que más me ha gustado porque da la sensación de que lo que has escrito lo has hecho con el corazón. El verso es muy acertado. No te rindas nunca.
ResponderEliminarOhh, muchas gracias!! ❤
EliminarEnhorabuena! Eres toda una influencer!
ResponderEliminarMuchísimas gracias! 😇🤗
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