En la primera entrada de este blog resalté que la docencia es algo más complicado de lo que parece y por eso, en esta segunda de tema libre, he decidido centrarme en qué consiste esta profesión. Mi objetivo es, sin ir más lejos, potenciar su valor y, de esta forma, romper con las falsas creencias.
Al informarme sobre el estatus social del docente en la actualidad, me ha parecido encontrar una correlación con el poema El albatros - L'Albatros en francés - del célebre cancionero Las flores del mal (1857) de Charles Baudelaire. El albatros aparece descrito como un ave majestuosa que vuela alto, frente a la mediocridad y crueldad de los marinos que se encuentran en un mundo horizontal. Es también una representación del poeta, tal y como aparece en la última estrofa. De la misma forma que los hombres de equipaje menosprecian al albatros, la sociedad infravalora al poeta, se siente incomprendido. Alcanzar el vuelo para el albatros es para el poeta el punto culmen de su creación literaria. El problema es que ambos se sienten atados por cadenas.
Y lo mismo ocurre con los docentes, que son, en realidad, personas que sirven de trampolín para sus alumnos y de red de seguridad que los protege (Marina, Pellicer y Manso, 2015: 6). ¿De qué? De una realidad cambiante que exige individuos preparados. Por tanto, sería incompleto pensar que los docentes sólo enseñan. Todo el mundo puede enseñar algo. Su misión es mucho más completa. Además de transmitir conocimientos, son los encargados de crear individuos que ocupen su lugar en lo que más destaquen y que lo que hayan aprendido les sirva para un futuro. Esto significa también saber resolver conflictos y aprender a ser. En resumen, el docente es la brújula de su discípulo.
Además, el trabajo del docente no es el que realiza sólo en el aula. La preparación de las clases, las tutorías, las reuniones, las excursiones, etc. forman parte de esta labor. Pero para que cada vez haya más docentes "con empeño", hay que darles los recursos necesarios. Y el primero de ellos, fundamental, es reconocer su valor. Lograr, que, como el albatros y el poeta; consiga despojarse de sus cadenas, pues guardan el tesoro que puede transformar la sociedad: la educación.
Y con esta entrada me despido hasta la próxima...
Pues sí, en estos tiempos en los que vivimos no se debe dejar de valorar a los profesores porque desempeñan un papel muy importante en nuestra sociedad ya que colaboran con las familias en la formación personal e intelectual de nuestros hijos, y por ello deben caminar unidos. Y además considero que han de formar a los alumnos de un modo imparcial, dejando al margen sus ideas políticas
ResponderEliminarEfectivamente. La pluralidad también hace referencia a ideas distintas.
EliminarEn una sociedad ultra productiva como en la que nos movemos que prioriza los resultados a los talentos y los números a las vocaciones, la cantidad de recursos se convierte en una traba minúscula para poder educar.
ResponderEliminarSí, pero también son necesarios.
EliminarUna entrada realista y llena de imaginación... 😘😘
ResponderEliminarGracias 💘💘
Eliminar❤️❤️❤️
ResponderEliminar😉❤️
EliminarMe ha gustado mucho la comparación entre el albatros (o poeta) y el docente. Lo has explicado muy bien. 🤗
ResponderEliminarGracias. Como ya has leído, para escribir esta entrada, me inspiré justo en un poema que me gustó bastante en clase de Literatura francesa del Siglo XIX, en 3º de carrera y define muy bien cuál es el estatus del docente en la sociedad actual. Por supuesto siempre hay excepciones, pero no se llega a conocer a fondo en qué consiste realmente la docencia... La gente se piensa que es ir a un aula y ya está... 😉
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